"Flawless" Segunda Parte

(Harry’s POV)

Enciendo las últimas tres velas y pulsando el interruptor, apago todas las luces de la cafetería, quedándome solo en la penumbra. Me escondo detrás del mostrador y espero impaciente a que Juliette llegue. La conocí, hace hoy justo tres meses. He estado desde entonces dándole clases de matemáticas en la biblioteca que hay un par de manzanas más allá. Biblioteca, de la cual, debería haber salido hace diez minutos, y por lo tanto, llegaría aquí de un momento a otro, como de costumbre.

-¿Hola?- pregunta confusa.

A su voz la siguen las campanitas de la puerta, que tintinean con el más leve movimiento.

-¿Harry? ¿Louis? ¿Estáis aquí?- vuelve a preguntar, esta vez, asustada.

La oigo dejar su mochila en el suelo y de pronto, oígo el molesto ruido de unas mesas y sillas arrastrándose. Tras esto, un quejido. Debe de haberse golpeado. Quiero salir, a comprobar que está bien y a evitar que siga asustada, pero Louis lleva más de una semana preparando esta “cita” y no quiero estropearlo.

-Vaya…- exhala sorprendida a menos de un metro de distancia de mí.- ¿Q. U. I. E. R. E. S.- S. A. L. I. R.- C. O. N.- M. I. G. O?- lee letra por letra antes de soltar una carcajada.- Queridísimo repostero que hace estas deliciosas magdalenas de colores, conmigo, va junto.

Me levanto despacito y quedo frente a ella.

-Eh, dije que se me daban bien las mates, no la gramática.- bromeo.

Me quedó mirándola como un tonto enamorado. Está sonriendo, ajena a que se ha manchado los labios con el glaseado azul de una de las magdalenas. De pronto, se ruboriza y se oculta tras una cortina de cabello castaño oscuro. Me acerco a ella y le coloco unos cuantos mechones detrás de la oreja.

-¿Puedo?- pregunto tomándola del mentón.

Asiente con la cabeza y me acerco a ella. Simulo que voy a limpiarle la boca con el glaseado, pero cuando menos se lo espera, me inclino y la beso con dulzura. En cuanto nos separamos, se ruboriza mucho más que antes.

-Harry…- susurra buscando a alguien con la mirada.
-¿Qué pasa, pequeña golondrina?
-Nada.- vuelve a sonreír.

La tomo de la cintura y la abrazo.

-¿Qué me dices?- pregunto acariciándole la mano.
-¿Sobre qué?
-Sobre eso.- señalo las magdalenas, cada una con una letra, excepto dos, en las cuales se puede leer un monosílabo.
-Me he comido el sí…- murmura.
-¿Eso es que eres mi novia?

Se gira y me pone un dedo en los labios.

-¿Y que hacemos con tus faltas de ortografía?- pregunta divertida y pensativa.- ¡Ya sé! Deletrea la palabra “novia”
-E. S. P. O. S. A.- me cubro la boca con ambas manos.- ¿Me lo pasas esta vez?
-Sí. Sí. Sí.- ríe.

Le robo un beso y ella vuelve a mostrarse pensativa.

-¿Por qué has deletreado esposa?

La beso de nuevo.

-Porque.- hago una pausa y la beso.- La próxima vez te.- otra pausa, otro beso.- pediré que.- un beso aún más largo todavía.- seas mi esposa.

Sus mejillas se tiñen de color carmesí y oculta su rostro en el hueco de mi cuello. Sus lágrimas mojan el hombro de mi camiseta.

-¿Por qué lloras, mi pequeña golondrina?
-No lo sé.- se seca las lágrimas con las mangas de la chaqueta.- Es que… No estoy acostumbrada a esto. Es… Demasiado bueno para mí.
-Cierra los ojos.- le digo.
-¿Qué?- pregunta incrédula.

Le tapo los ojos con las palmas de mis manos y la hago girar.

-Justifica tu respuesta. ¿Por qué has dicho que esto es demasiado bueno para ti?
-Porque… Harry, tú eres genial. Eres perfecto y haces que todo sea increíble, y yo soy…
-Tú eres mi pequeña golondrina.- la impido hablar, pues ya sé cómo va a seguir su monólogo.- Eres torpe, negada a las mates y tímida. Te cuesta entrar en unos vaqueros de la talla treinta y no sé qué. Y cuando algo no te sale bien y pierdes el control de la situación, lloras, de impotencia. Pero, ¿sabes qué?- levanto un poquito la voz.- Yo, ni soy perfecto, ni busco la perfección, pero, tú y yo, somos perfectos, juntos. Si te tropiezas, te agarraré. Si tienes dificultades con las mates… (¡benditas sean! Gracias a ellas te conozco.) Te ayudaré.
-¿Y mi timidez?- pregunta con un hilillo de voz.
-Oh, cielo, eso es lo mejor. Estaré ahí para hacerte sonrojar. Y entrar en los pantalones, mi vida, tienes el cuerpo más bonito del mundo. Sinceramente, esa ropa, es demasiado estrecha, hasta para los maniquís. Y de todos modos, lo importante no es abrochar el botón del pantalón.- acerco mi boca a su oído.- es desabrocharlo.- otra vez ruborizada, esboza una sonrisilla.- Y si lloras, por cualquier cosa, estaré ahí, para secarte las lágrimas, abrazarte y remover cielo y tierra por ti.- destapo sus ojos.- Ahora, dime, ¿estoy aquí?
-Estás aquí.- contesta.
-Y siempre lo estaré. ¿Sabes por qué?- aprieta mi mano.- Porque te quiero. Y no pienso dejarte ir. Jamás.

Se queda callada, incapaz de decir palabra después de mi discurso. La beso una vez más y nos sentamos en el suelo. Al cabo de un rato, recogemos la cafetería y salimos de ella de la mano. Mientras caminamos, jugamos a ver quien de los dos alcanza a leer más matrículas. Cuando llegamos a la calle en la que vive, estamos agotados, pues son innumerables los vehículos que circulan a estas horas por Londres.

-Harry.- me llama tirando de mi mano.
-¿Sí, pequeña golondrina?
-Te quiero.- y me da el último beso de la noche.